Si alguna noche te encuentras con una escena similar, intenta mantener la calma y sigue estos pasos:
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No salgas a confrontarlo: Tu seguridad es lo primero. Mantente dentro de tu casa con las puertas aseguradas.
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Observa sin ser visto: Si puedes, como hice yo, intenta documentarlo desde un lugar seguro. Una foto o un video pueden servir para ver detalles que en el momento del susto pasaron desapercibidos.
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Ilumina la zona (con precaución): Encender la luz del patio o del jardín puede ser suficiente para disipar sombras y aclarar lo que sea que esté allí.
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Llama a alguien: Si la sensación de peligro es muy fuerte, no dudes en llamar a un familiar o, en caso necesario, a las autoridades. Es mejor una falsa alarma que una omisión.
Al final, nunca volví a ver esa figura. La foto sigue en mi teléfono, un recordatorio de esa noche. A veces la miro y solo veo una sombra borrosa. Otras veces, aún puedo sentir el frío que me recorrió la espalda. La noche tiene una forma de amplificar lo desconocido, de convertir lo mundano en misterioso. Lo más probable es que haya sido una simple sombra, un efecto de mi cansancio. Pero en el silencio absoluto de la madrugada, cuando el mundo parece detenerse, esa explicación nunca parece ser suficiente. La verdadera advertencia quizás no sea sobre lo que estaba afuera, sino sobre lo que la soledad y la oscuridad pueden hacerle a nuestra mente.
