¡Detén el auto! ¡Tu esposa saboteó los frenos! —La impactante advertencia de un niño sin hogar que salvó la vida de un millonario…

¡Detén el coche! ¡Tu mujer saboteó los frenos!

El grito surgió de la nada. Richard Hale, un millonario empresario de 42 años, acababa de salir de su mansión en su elegante Mercedes negro cuando un niño pequeño, cubierto de tierra, se abalanzó sobre el coche.

—¡Por favor, señor! ¡No conduzca! ¡Su esposa soltó los frenos! ¡Morirá!

Richard se quedó paralizado. Por un instante, se preguntó si se trataba de una broma pesada. Su esposa, Clara, estaba arriba en la mansión, tomando su café de la mañana. Era elegante, refinada, y llevaba diez años de matrimonio a su lado. La idea de que ella saboteara su coche era una locura. Y, sin embargo, había algo en los ojos del chico. Una mezcla de horror y urgencia que Richard no pudo ignorar.

El guardia de seguridad se abalanzó, listo para llevarse al chico. Pero Richard bajó la ventanilla. «Espera. Déjalo hablar».

El niño jadeaba con dificultad y parecía tener unos doce años. Tenía la ropa rota y la cara manchada de tierra, pero su voz era firme. «La vi. De noche. A veces duermo junto al garaje. Bajó cuando todos dormían. Estaba usando herramientas, jugando con tu coche. Pensé que era solo para asustarte, pero cuando lo revisé esta mañana, el líquido de frenos perdía».

Richard sintió una opresión en el pecho. Se giró bruscamente hacia su chófer. «Compruébalo. Ahora mismo».

A los pocos minutos, el conductor regresó, pálido como un fantasma. «Señor... dice la verdad. Han manipulado los conductos de freno».