Disminuye la testosterona, cambia el humor, se resiente el sistema inmune…

13. Mayor dificultad para retomar la actividad sexual
Después de un periodo largo de abstinencia, algunos hombres pueden experimentar inseguridad o ansiedad al momento de volver a tener relaciones. Es una especie de “bloqueo mental” que se alimenta del miedo al desempeño o a no sentirse igual que antes. La buena noticia es que con paciencia y confianza, el cuerpo y la mente se adaptan de nuevo con total normalidad.

14. Cambios en el enfoque mental y emocional
Algunas personas canalizan la energía sexual en otras áreas cuando no tienen relaciones. Es posible notar más concentración en el trabajo, más enfoque en proyectos personales o incluso un aumento del interés por actividades físicas o creativas. La energía sexual no desaparece, simplemente busca nuevas rutas para expresarse.

15. La buena noticia: todo es reversible
Lo importante es entender que todos estos cambios no son permanentes. El cuerpo humano es sabio y adaptable. Una vez que el hombre retoma su vida sexual, poco a poco las hormonas, el estado de ánimo y las funciones físicas vuelven a su equilibrio natural. Además, no tener sexo por un tiempo no significa estar “mal”. Hay etapas en la vida en que la abstinencia puede ser necesaria o incluso saludable, especialmente si se usa para reencontrarse con uno mismo, sanar o fortalecer otros aspectos de la vida.

En resumen, dejar de tener relaciones sexuales no convierte a nadie en una persona enferma, pero sí puede provocar una serie de ajustes físicos y emocionales que vale la pena entender. El cuerpo humano está diseñado para la conexión, el placer y el contacto, y cuando eso falta, busca compensarlo de distintas maneras.

Cada persona es diferente. Lo importante es mantener una vida equilibrada, cuidar la salud, alimentar el cuerpo correctamente y no perder el vínculo con uno mismo. El sexo puede ser una parte importante del bienestar, pero no es el único camino hacia la plenitud.