EL MECÁNICO ayuda a El Chapo en la carretera sin saber quién es… Lo que recibe cambia TODO para…

El mecánico ayuda al Chapo en la carretera sin saber quién es. Lo que recibe cambia todo para siempre. Son las 3 de la madrugada. Una camioneta negra se detiene frente a tu taller cerrado en la carretera Culiacán, Mazatlán. Un hombre toca con urgencia. Tiene sangre en la camisa.

Tú eres Ramón, un mecánico humilde que apenas sobrevive. Lo que no sabes es que ese hombre es Joaquín Guzmán Lo era, el Chapo. Y lo que no sabe él es que salvarlo esta noche desencadenará una cadena de eventos que transformará tu vida, tu familia y tu destino para siempre.

Suscríbete porque lo que pasó en las siguientes 48 horas redefinió el significado de lealtad, gratitud y poder en el mundo del narcotráfico mexicano. Déjame saber desde qué ciudad nos ves. Escríbelo en los comentarios. Ramón Castillo tiene 42 años y manos que huelen permanentemente a aceite de motor. Su taller mecánico en la carretera Culiacán, Mazatlán, es una estructura de lámina oxidada con un letrero desteñido que dice Mecánica Castillo, servicio las 24 horas.

Vive en la parte trasera del taller con su esposa Lucía y sus tres hijos. Andrea de 16 años, Miguel de 12 y la pequeña Sofía de 7. La vida es dura pero honesta. Cada peso que entra a la venta inmediatamente para comida, medicamentos para la diabetes de Lucía o las colegiaturas atrasadas de los niños. Ramón es conocido en la zona como el mecánico que nunca dice que no.

El hombre que repara motores a las 3 de la madrugada si alguien toca su puerta con una emergencia. Esta noche de febrero del 2006, Ramón duerme en un catre junto al ventilador roto cuando escucha los golpes. No son golpes normales, son urgentes, desesperados, con el ritmo de alguien que huye de algo.

Se levanta en calzoncillos y camiseta, descalzo sobre el piso de cemento frío. Lucía se despierta asustada, pero él le hace una señal de que se queda con los niños. Ramón camina hacia la puerta metálica del taller, sintiendo como su corazón tarde más rápido de lo normal. Afuera escucha el motor de una camioneta encendida, voces masculinas hablando rápido en voz baja.

Algo en su instinto le dice que esta noche es diferente. Algo le dice que abrir esa puerta cambiará todo. Abre. Tres hombres lo miran con ojos de depredadores evaluando una presa. El del centro es bajo, de tez robusta, con bigote espeso y una camisa blanca manchada de sangre en el hombro izquierdo.