EL MECÁNICO ayuda a El Chapo en la carretera sin saber quién es… Lo que recibe cambia TODO para…

El Chapo se inclina hacia delante. Tú has trabajado para mí durante 2 años. Ha modificado más de 50 vehículos. Tiene secretos guardados. Ha sido discreto. Ha sido profesional. Damián me dice que eres el mejor mecánico que hemos tenido. Don Ismael dice que eres un artista. Yo digo que eres un hombre de honor. Hace una pausa. Y los hombres de honor son raros.

muy raros. Ramón no sabe qué decir. Solo asiático. El Chapo continúa, pero también sé que tienes miedo. Sé que no duermes bien. Sé que tu esposa está preocupada. Sé que te preguntas si hiciste lo correcto al aceptar trabajar para mí. Ramón se sorprende.

¿Cómo sabe todo eso? El Chapo sonríe como si leyera sus pensamientos. Sé todo sobre las personas que trabajan para mí. Es mi responsabilidad, es mi deber. Así que te voy a dar una opción, una opción que muy pocas personas reciben. El Chapo se recarga en su silla. Puedes seguir trabajando para mí. Te pagaré el doble de lo que ganas ahora.

100,000 pesos mensuales garantizados más los trabajos especiales. En 5 años serás millonario. En 10 años serás uno de los hombres más ricos de Sinaloa. Tu familia nunca tendrá que preocuparse por dinero. Tus hijos tendrán el mejor futuro posible. Estarás bajo mi protección completa. Nadie te tocará. Nadie te molestará. Serás parte de mi círculo interno. Ramón siente como su corazón tarde más rápido.

100.000 pesos mensuales. Protección completa. Seguridad financiera para siempre es más de lo que jamás soñó. ¿Cuál es la otra opción? Pregunta con voz apenas audible. El Chapo suena con algo parecido a tristeza. La otra opción es que te jubiles. Ahora, esta noche te doy un millón de pesos. Te ayudo a mudarte a donde quieras, Estados Unidos, Canadá, Europa, donde sea.

Te doy papeles nuevos para ti y tu familia. Empiezas una vida completamente nueva y nunca volvemos a hablar. Ramón se queda paralizado. Puedo realmente irme así nada más. El Chapo Oriental. Así nada más. Ha sido leal. Ha cumplido. No te debo nada. Tú no me debes nada.

Si quieres irte, te vas con mi bendición y mi gratitud. Hace una pausa. Pero entiende algo. Si te quedan, te quedan para siempre. No hay retiro después. No hay salida después. Estarás dentro hasta el final. Y el final en este negocio solo llega de dos formas: prisión o muerte. Las palabras cuelgan en el aire como sentencia.

Ramón mira su vaso de whisky. Mira las montañas oscuras. Mira al Chapo que lo observa con ojos que han visto imperios construirse y destruirse. ¿Puedo pensarlo? Pregunta. Tienes 24 horas, responde el Chapo. Mañana a esta misma hora me das tu respuesta. Cualquiera que sea la respetaré. Ramón vuelve a casa a las 11 de la noche. Lucía lo espera despierta.

Cuando lo ve entrar, corre a abrazarlo llorando. Pensé que no volverías. Pensé que estoy aquí. La interrumpe Ramón. Estoy bien. Se sientan en la sala. Ramón le cuenta todo. La reunión, la oferta, las dos opciones. Lucía escucha en silencio, con lágrimas corriendo por sus mejillas. Cuando Ramón termina, ella habla con voz firme. Yo sé lo que quiero.

Quiero a mi esposo de vuelta, al hombre que se casó conmigo, al hombre que jugaba con sus hijos, al hombre que dormía tranquilo, al hombre que no tenía miedo. Toma las manos de Ramón. El dinero es bueno, la casa es bonita, los coches son lindos, pero no valen tu vida, no valen tu alma, no valen vivir con miedo cada día. Hace una pausa. Vámonos, Ramón, tomemos el millón de pesos. Vayámonos a otro país. Empecemos de nuevo.

Seamos pobres otra vez, pero libres. Seamos felices otra vez. Ramón abraza a su esposa, llora contra su cabello y Andrea está a mitad de su especialización y Miguel y Sofía están en la mejor escuela y tus medicinas y todo lo que hemos construido. Lucía se separa y lo mira directo a los ojos. Andrea es inteligente, conseguirá becas en cualquier país. Miguel y Sofía son niños, se adaptarán.

Mis medicinas las puedo conseguir en cualquier lugar y lo que hemos construido no vale nada si te pierdo. Su voz se quiebra. Ramón, he vivido contigo 20 años. Sé quién eres. Sé que esto te está matando por dentro. Sé que cada noche te preguntas si hiciste lo correcto. Sé que tienes pesadillas donde ves las camionetas que modificas usadas para matar gente.