EL MECÁNICO ayuda a El Chapo en la carretera sin saber quién es… Lo que recibe cambia TODO para…

Ramón siente como el sudor comienza a bajar por su espa

lda a pesar del frío de la madrugada. Comienza a trabajar con manos que tiemblan ligeramente, pero que conocen cada tornillo, cada conexión, cada secreto de un motor. Mientras trabaja, escucha fragmentos de conversación.

Los guardaespaldas hablan en voz baja sobre el operativo en Guadalajara, sobre moverse antes del amanecer, sobre cruzar la sierra antes de que cierren los retenes. El hombre herido hace llamadas telefónicas en clave. El paquete está seguro. Llegamos en 3 horas. Preparen la casa de Las Palmas. Ramón mantiene la cabeza agachada, las manos ocupadas, los oídos aparentemente sordos. Sabe que su vida depende de parecer invisible.

Trabaja más rápido de lo que ha trabajado en su vida. Cambia el fluido de transmisión. Reemplace el filtro con uno que tenía guardado para otra camioneta. Ajusta la presión. Sus manos se mueven con precisión de cirujano, a pesar del miedo que le aprieta el pecho como un puño. A los 85 minutos enciende el motor.

Se sienta en el catre con los 10,000 pesos en las manos, contándolos una y otra vez como si fuera a desaparecer. Lucía se despierta al amanecer y casi grita cuando ve el dinero. ¿De dónde sacaste esto? Pregunta con ojos enormes. Ramón le cuenta sobre los hombres, la camioneta, el trabajo urgente.

No menciona la sangre, ni las armas, ni las conversaciones que escuchó. Lucía es inteligente, no pregunta más. Sabe que en Sinaloa hay preguntas que es mejor no hacer. Ese día pagano tres meses de renta atrasada, compran medicinas para Lucía, llenan el refrigerador por primera vez en meses. Andrea llora de felicidad cuando Ramón le da dinero para los libros de la escuela que necesitaba desde hace semanas. Los días pasan. Ramón vuelve a su rutina de siempre.

Repara camionetas de campesinos, motocicletas de repartidores, taxis viejos que apenas caminan. El dinero de aquella noche se estira, pero eventualmente comienza a acabarse. La diabetes de Lucía empeora. Necesita insulina más cara. Análisis de sangre cada semana. Miguel está enfermo de neumonía y pasa 5 días en el hospital de Culiacán.

Las facturas médicas devoran los ahorros como fuego en papel seco. Dos meses después de aquella noche, Ramón está de vuelta en la misma situación de siempre, trabajando 18 horas diarias, durmiendo cuatro, sobreviviendo, pero nunca viviendo realmente. Una tarde de abril, mientras repara el radiador de un autobús escolar, escucha las noticias en la radio.

Joaquín Guzmán Loera, conocido como El Chapo, líder del Cartel de Sinaloa, continúa prófugo después de su espectacular fuga del penal de Puente Grande en el 2001. Autoridades federales informaron que Guzmán Lo fue visto en la zona de Culiacán en febrero pasado, pero logró evadir un operativo de la policía federal en Guadalajara. Ramón deja caer la llave inglesa.

El sonido del metal contra el cemento resuena en el taller vacío. Su mente regresa a aquella madrugada. El hombre bajo con bigote, la camisa manchada de sangre, los guardaespaldas con chalecos antibalas, las conversaciones sobre el operativo en Guadalajara y moverse antes del amanecer.