trabajas mucho o poco. Además, cada trabajo especial se paga aparte. Puedes seguir atendiendo a tus clientes normales. Nadie te molesta, nadie te presiona. Solo cuando te llamemos deja lo que estés haciendo y atiendes nuestros vehículos primero. Es más del doble de lo que Ramón gana ahora trabajando 18 horas diarias.
Es seguridad financiera completa para su familia. Es la Universidad de Andrea pagada sin becas misteriosas. Es tratamiento de primera clase para Lucía. Es educación privada para Miguel y Sofía. Es la vida que siempre soñó, pero nunca creyó posible.
También es cruzar una línea, es convertirse en parte de la maquinaria, es mancharse las manos con algo más que aceite de motor. Ramón mira sus manos. Están callosas, agrietadas, permanentemente sucias de grasa que nunca salen completamente. Son manos honestas, manos que han trabajado cada día de su vida desde los 12 años.
Y si digo que no, pregunta, el hombre no se ofende, entonces nos damos la mano. Te agradezco tu tiempo y nunca vuelves a saber de nosotros. Tu familia está segura. Tu vida continúa normal. La deuda por la cirugía de tu hijo está perdonada. No te debemos nada. No nos debes nada. Es una oferta genuina. Ramón puede ver la verdad en los ojos del hombre.
Puede rechazar y vivir tranquilo, pero también puede aceptar y darle a su familia todo lo que merecen. Puede darle a Lucía los mejores doctores del mundo. Puede darle a Andrea, Miguel y Sofía un futuro sin preocupaciones económicas. Puede dejar de sobrevivir y empezar a vivir realmente. ¿Cuándo empiezo?, dice Ramón.
Las palabras salen de su boca antes de que su cerebro pueda detenerlas. El hombre suena ampliamente por primera vez. Extiende tu mano. Mañana te llamaremos con la primera asignación. Ramón estrecha la mano. Es un presionado firme, profesional, que sellará un pacto que cambiará todo. El hombre se levanta. Una última cosa, esto es estrictamente entre nosotros y tú.
Tu esposa puede saber que tienes nuevos clientes que pagan bien. Tus hijos no necesitan saber nada. Tus amigos no necesitan saber nada. ¿Entendido? Ramón Asiente. Entendido. El hombre camina hacia su camioneta. Antes de subir se voltea. Bienvenido a la familia, Ramón. Mi nombre es Damián.
Si necesitas algo, lo que sea, me llamas a ese número que ya tienes. Ahora trabajas para el hombre más poderoso de México. Eso significa que estás protegido, pero también significa que la lealtad es absoluta. ¿Entendido? ¿Entendido? Repite Ramón. Esa noche Ramón le dice a Lucía que consiguió un contrato con una compañía de transporte privado que van a pagarle 50.000 pesos mensuales por mantenimiento exclusivo de su flota. Lucía llora de felicidad.
Andrea grita y abraza a su padre. Miguel y Sofía bailan por la sala. Nadie pregunta el nombre de la compañía. Nadie pregunta detalles. En Sinaloa hay cosas que es mejor no saber. Ramón se sienta en el patio de su casa pequeña mirando las estrellas.
Piensa en su padre, un campesino honesto que murió pobre a los 52 años de un infante trabajando en el campo. Piensa en su madre que lavaba ropa ajena para alimentar a seis hijos. Piensa en todos los años de pobreza, hambre, humillación. Piensa en la oportunidad que ahora tiene de darle a su familia algo mejor. Se dice así mismo que solo es mecánico, que solo está reparando vehículos, que no está haciendo nada directamente ilegal.
Se dice además muchas cosas esa noche bajo las estrellas de Sinaloa. Algunas son verdades, algunas son mentiras que necesitas creer para poder dormir. ¿Qué harías tú en el lugar de Ramón? Comentalo abajo. El primer trabajo llega al día siguiente. Damián llama a las 6 de la mañana. Tres suburbanos llegarán a tu taller en 30 minutos. Necesitan mantenimiento completo.
Aceite, filtros, frenos, revisión de suspensión. Tienes 4 horas. Las camionetas llegan exactamente a las 6:30. Son negras, relucientes, con vidrios polarizados tan oscuros que es imposible ver adentro. Los conductores son hombres jóvenes de veintitantos años, con tatuajes en los brazos. y miradas que han visto violencia.
Bajan de los vehículos sin decir palabra. Uno de ellos le entregó a Ramón un sobre con 20.000 pesos. Por el trabajo de hoy, dice simplemente. Ramón toma el sobre y se pone a trabajar. Revisa cada vehículo meticulosamente. Cambia aceite sintético de alta calidad. Reemplaza filtros. Frenos ajustados. Revise la suspensión reforzada que claramente fue modificada para soportar peso extra.
Mientras trabaja, nota detalles. Compartimentos ocultos en los paneles de las puertas, tanques de gasolina modificados con espacios falsos, sistemas eléctricos alterados con interruptores secretos. Estas camionetas están diseñadas para transportar algo que no debe ser visto. Ramón no pregunta.
Mantiene la cabeza agachada y las manos trabajando. Termina en 3 horas y 40 minutos. Los hombres revisan su trabajo con ojos críticos, encienden los motores, prueban los frenos, uno de ellos asiente con aprobación. Buen trabajo, mecánico. Suben a las camionetas y desaparecen por la carretera. Ramón cuenta los 20,000 pesos por 4 horas de trabajo más de lo que ganó en dos semanas antes.
Se dice asíismo que esto está bien, que solo está haciendo su trabajo, que lo que transportan esos vehículos no es su responsabilidad. Los trabajos se vuelven rutinarios. Cada semana llegan vehículos diferentes. A veces son tres, a veces son 10. Suburbans, lobos, silverados, tundras, todas camionetas de lujo en perfecto estado.
Ramón contrata a dos mecánicos más, les paga bien, pero les dice que estos clientes especiales solo los atiende personalmente. Instale cortinas en una sección del taller para trabajar con privacidad. Los 50,000 pesos mensuales llegan como reloj cada primero del mes, más los pagos extra por cada trabajo. En 6 meses, Ramón tiene más dinero ahorrado que en toda su vida anterior. Compra una casa más grande en una colonia mejor.
Compra un coche nuevo para Lucía. Paga la Universidad de Andrea por adelantado. Inscribe a Miguel y Sofía en la mejor escuela privada de Culiacán. Su familia prospera. Su familia es feliz. Su familia está segura. Pero las noches son difíciles. Ramón no duerme como antes.
Tiene pesadillas donde ve los compartimentos ocultos llenándose de paquetes blancos. Tiene pesadillas donde las camionetas que reparan aparecen en las noticias involucradas en tiroteos. Tiene pesadillas donde soldados federales rodean su taller y lo arrestan frente a su familia. Se despierta sudando con el corazón acelerado, mirando el techo oscuro de su cámara. Lucía nota el cambio.
¿Estás bien?, pregunta una noche. Estás diferente, más callado, más nervioso. Ramón la abraza. Estoy bien. Solo es estrés del trabajo. Muchos clientes, mucha responsabilidad. Lucía lo mira con ojos que saben más de lo que dicen. Ramón, si hay algo que deba saber, no hay nada, interrumpelo. Todo está bien, te lo prometo. Es otra mentira, pero es una mentira necesaria.