Estudios demuestran que estas bacterias convierten el almidón resistente en ácidos grasos de cadena corta (especialmente butirato) que fortalecen el revestimiento intestinal, reducen la inflamación y favorecen el equilibrio general del microbioma. ¿
El resultado? Una digestión más fluida, menos hinchazón y nuevas investigaciones que vinculan una mayor ingesta de almidón resistente con una mejor salud del colon a largo plazo.
Pero esto es sólo el comienzo…

Cómo el taro mantiene el azúcar en sangre sorprendentemente estable
La mayoría de los alimentos ricos en almidón disparan la glucosa en sangre. El taro tiene el efecto contrario.
Gracias a su alto contenido de almidón resistente y fibra, el taro tiene un índice glucémico entre bajo y moderado (alrededor de 50-60 hervido, en comparación con más de 85 en las papas blancas).
Esta digestión más lenta se traduce en mayor energía, menos antojos y menor estrés para la insulina, justo lo que busca quien cuida su nivel de azúcar en sangre.
Una investigación publicada en la Revista Asia Pacific de Nutrición Clínica reveló que reemplazar almidones con un IG alto por taro mejoró la respuesta glucémica posprandial en los participantes.
Quienes sufren de bajones de azúcar a media tarde o síntomas de prediabetes suelen notar una diferencia considerable tras reemplazar el arroz o las patatas por taro tan solo unas cuantas veces por semana.