Este pequeño mueble siempre intriga con su apariencia secreta, similar a un baúl, y sus compartimentos que se despliegan mágicamente. Se exhibe con orgullo en mercadillos, áticos e incluso en la sala de la abuela... ¿Pero para qué servía realmente? Si creciste antes de los 90, probablemente lo reconocerás a primera vista.
Un valioso aliado de las costureras de antaño.
Estás viendo un auténtico costurero plegable, a menudo de madera barnizada, a veces bellamente tallado. Imprescindible en los hogares de mediados del siglo XX, es imprescindible para los aficionados a la costura. Gracias a sus ingeniosos compartimentos en forma de escalera, lo mantenía todo organizado: bobinas, agujas, dedales, tijeras, botones... ¡un auténtico cofre del tesoro!
En aquel entonces, la gente zurcía los bordes como si fueran aire. ¡Ni hablar de tirar la ropa al menor problema! Con esta caja, todo lo que necesitabas estaba a mano, ya fuera para un zurcido rápido o para una tarde de bordado.
Un objeto cotidiano se ha convertido en un objeto decorativo.
Aunque ya no se usa tanto para su propósito original, ¡esta caja está volviendo a la popularidad! Un auténtico camaleón decorativo, está cobrando una segunda vida en nuestros interiores modernos. Se le han dado nuevos usos creativos: como joyero, caja de té, organizador de manualidades e incluso como minicaja para recuerdos.
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