Reduce la humedad: ventila con regularidad, revisa si hay fugas de agua e invierte en un deshumidificador si es necesario.
Limpia a fondo: a los milpiés les encantan los lugares sucios o desordenados. Una limpieza profunda puede ser suficiente para mantenerlos alejados.
Usa aceites esenciales: la menta, el limón o la lavanda son sus enemigos naturales. Coloca unas gotas en una bolita de algodón o un trozo de tela en rincones estratégicos. ¡
Y buenas noticias!: ¡estos aromas también tienen un efecto calmante!
¿Y si te pica (lo cual es raro)?
No te asustes. El milpiés doméstico, aunque a veces intimida, generalmente no es peligroso para los humanos. Su picadura, si ocurre, causa una ligera hinchazón y una sensación de ardor similar a la de una ortiga.
En caso de picadura:
Lave la zona con agua y jabón.
Aplique una compresa fría.
Si es necesario, tome un analgésico suave.
Pero si experimenta alguna reacción inusual (hinchazón significativa, enrojecimiento persistente o molestias), consulte a un profesional de la salud. Más vale prevenir que curar.
Un pequeño visitante que (quizás) tenga buenas intenciones .
En definitiva, encontrarse con un milpiés puede verse como una oportunidad: una ocasión para bajar el ritmo, para observar lo que sucede dentro y alrededor de usted. Es un recordatorio sutil pero significativo de que incluso los momentos inesperados pueden convertirse en oportunidades de transformación.
Así que, la próxima vez que te encuentres con una… respira, observa y pregúntate qué intentan decirte tu hogar —y quizás tu mente—.