Hay una verdad especial en las leyendas de los pueblos: lo que sucede por casualidad…

Y esa noche, al llegar a casa como una exhalación, les anuncié a mis padres que me casaba.

3. Padres, Alegría, Planes

Mamá juntó las manos y sonrió:

—¡Qué maravilla! ¡Por fin llegó!

Mi padre entrecerró los ojos, pero también sonreía, quedamente, como un hombre.

—¿A quién elegiste, hijo?

—Lena.

—¿Chernova? Pero sigue siendo una niña…

—Es mía. Punto.

Mi padre me miró largo rato, como si quisiera asegurarse de que no bromeaba. Luego suspiró, se levantó y dijo:

—Como quieras. Llamaré al tío Stepan.

El tío Stepan era nuestro principal casamentero. Sabía hacerlo todo: hablar para que la gente lo escuchara, negociar incluso con los padres más difíciles y beber tanto que no se caía de la silla.

Creía que todo saldría bien con él.

Quedamos en pedirle matrimonio mañana, a primera hora.

4. Casamenteros, vodka y un error fatal

Pero ocurrió algo que cambiaría nuestras vidas.

Esa noche, vinieron invitados a celebrar con los futuros casamenteros. La mesa rebosaba de pasteles, manteca, licor casero y champiñones con leche salada. Bebieron mucho y hablaron a gritos.

Y justo cuando pensaba que todo estaba resuelto, ocurrió algo irreparable.

Ellos… confundieron a Lena.

Había tres Lenas en nuestro barrio.