Hay una verdad especial en las leyendas de los pueblos: lo que sucede por casualidad…

Y los casamenteros, siendo “alegres y seguros de sí mismos”, decidieron que ese tipo no podía desearla: joven, atrevido y poco cooperativo.

No.

Les pareció lógico que eligiera a otra: a Lena Chernova, la mayor, conocida por su belleza y su economía, y conocían mejor a sus padres.

Dije “Lena”.

Oyeron “la mayor”.

Y al día siguiente se equivocaron de lugar para pedir matrimonio.

5. La mañana de la expectativa

Caminé por la casa como una fiera.

Mi padre se rió:

“Tranquila. ¡Todo saldrá como debe ser!”

Pero se me encogía el corazón.

La ansiedad no se me iba.

Esperé.

Una hora.

Dos.

Tres.

Cuando los casamenteros regresaron, sus rostros reflejaban satisfacción.

— ¡Eso es! ¡Hemos llegado a un acuerdo! ¡Lena está de acuerdo! ¡Los padres están contentos! ¡Prepárense!

Sentí que algo se rompía dentro de mí.

— ¿Qué, Lena?…

— ¿Qué quieres decir, Lena? ¡Chernova! ¿Qué haces, Viktor?

El mundo daba vueltas.

Ni siquiera entendía cómo terminé en la calle.

6. La boda de la novia equivocada