Y ella lo sabía.
Y la mató más rápido que el vodka.
9. Encuentro después de veinte años
Por casualidad, supe que la verdadera Lena —mi Lena— había regresado al pueblo.
Divorciada.
Sola.
Con dos hijos.
La vida tampoco había sido amable con ella.
La vi en la parada del autobús y me dio un vuelco el corazón como si me hubieran roto las costillas.
Había envejecido, igual que yo.
Pero sus ojos… sus ojos seguían siendo los mismos.
De los que una vez me enamoré.
Me miró.
Sonrió, triste y silenciosamente.
—Víctor…
Y me di cuenta: el destino no olvida nada.
10. Lo que realmente nos hizo ese día
Estábamos sentados en un banco junto al pozo, como en nuestra juventud.
Y ella dijo:
—Sabes, te estaba esperando entonces. Pensé que vendrías, que me explicarías, que dirías que todo fue un error. Pero no viniste.
—Te estaba buscando…
—Tenía mal aspecto.
No me estaba reprochando, simplemente estaba constatando un hecho.
Pero esas palabras me dieron ganas de hundirme en la tierra.
—Me fui entonces porque no podía verte casarte con otro. Pensé que serías feliz.
No respondí.
¿Qué podía decir?