El amor no se encierra, se libera. Doña Josefa, aunque más frágil, seguía siendo el alma del lugar. Le gustaba caminar por los pasillos, conversar con las mujeres que llegaban, escuchar sus historias. Cada vez que alguien le preguntaba cómo había soportado tanto, ella respondía con calma, porque no estaba sola. Dios y mi hijo siempre me escuchaban, aunque tardaran en encontrarse. Dolores al oírla siempre sonreía. sabía que aquellas palabras eran la verdad más pura que había conocido. Una tarde, mientras el sol caía sobre el jardín, Sofía corrió hacia su abuela con una hoja de papel.
“Abuela, hice un dibujo para ti. Era un retrato de las tres, la niña, su padre y doña Josefa, tocando el piano. Ella lo observó con ternura. ” “¿Y por qué me pusiste con alas, mi amor?”, preguntó divertida. Porque papá dice que eres nuestro ángel. Doña Josefa rió con dulzura y la abrazó. Entonces, prométeme algo, Sofía. ¿Qué cosa, abuela? Que cuando crezcas nunca permitas que nadie te haga callar. Ni siquiera si el mundo entero te dice que estás equivocada.
Sigue tu corazón porque es el único que no miente. Sofía asintió muy seria, como si entendiera más de lo que podía decir. Esa noche, mientras el piano sonaba en la distancia, Héctor observó desde la terraza la lluvia volvía a caer suave, sin tormenta, y por primera vez no la sintió como castigo, sino como bendición. Era como si el cielo mismo lavara los restos de la mentira que había oscurecido sus días. Cerró los ojos y escuchó. Podía oír la risa de su hija, la voz de su madre, el suspiro de paz de aquella casa.
Todo lo que había estado roto finalmente estaba completo. Doña Josefa, al mirar el cielo, murmuró una última oración. Gracias, Señor, por dejarme vivir lo suficiente para ver que el amor sí tiene memoria. Y en ese instante, un rayo de luz cruzó la ventana e iluminó su rostro. No fue un milagro, sino algo más sencillo, el reflejo del amanecer sobre un corazón que después de tanto al fin descansaba. Si alguna vez la vida te hace dudar de la verdad, recuerda esto.
Las mentiras pueden enterrar a alguien, pero el amor siempre lo trae de vuelta. ¿Qué harías si descubrieras que alguien que amabas no estaba muerto, sino escondido tras una mentira? Cuéntamelo en los comentarios. Quiero leer tu historia y si esta historia tocó tu corazón, dale like, suscríbete y compártela, porque quizá alguien en algún rincón de México o del mundo necesita escucharla hoy. Gracias por llegar hasta aquí y hasta la próxima historia. Te voy a estar esperando.