Con el paso de los días, se estableció una rutina tranquila. Sin aparatos ni técnicas complejas. Solo historias contadas en voz baja, nanas cantadas en el momento oportuno y una presencia tranquilizadora.
Pero una noche, Marc escuchó a Nora susurrarle a los gemelos:
" Sois más fuertes de lo que pensamos... Ni siquiera vuestro padre lo sabe todavía".
Estas palabras lo intrigaron. ¿Quién era ella en realidad? ¿Cómo conocía tan bien sus necesidades, sus costumbres, sus penas? Cuando se atrevió a preguntarle, ella simplemente respondió:
—Tu esposa me confió una promesa.
Un peligro acecha tras las lágrimas
Nora le contó entonces que había trabajado en secreto con su esposa justo antes del nacimiento. La habían elegido para cuidar de los niños… en caso de que ocurriera lo peor.
Y ese caso había sucedido.
Pero las revelaciones no acabaron ahí. Nora afirmó que, tras el funeral, había recibido amenazas. Alguien del círculo íntimo de Marc no quería que se acercara a los niños. No por su propio bien... sino para aprovechar mejor lo que quedaba de la herencia familiar.
Se inició una investigación discreta. Marc descubrió rápidamente que algunos de sus colegas manipulaban las cuentas e intentaban influir en la herencia. El insomnio de los bebés era solo la punta del iceberg de un peligro mayor.
Una presencia que cura más de lo que cura.
Mientras tanto, Nora seguía vigilando. Los gemelos siempre se dormían a su lado, con los brazos relajados y respirando con calma. Marc, profundamente conmovido, encontró en ella mucho más que una ayuda temporal. Encontró una aliada. Una presencia tranquilizadora. Quizás incluso... un nuevo comienzo.
Un susurro significativo
Una noche, en un susurro, le dijo: