Por: [Nombre del Columnista/Sección de Cultura]
Fecha: 31 de marzo de 2024
La noticia volvió a surgir en titulares estridentes de ciertos portales y redes sociales: "Yolanda Saldívar asombra al mundo al confesar que Selena no era…". El clic está garantizado. El morbo, también. Pero detrás de ese fragmento de frase deliberadamente incompleto se esconde una historia vieja, dolorosa y, sobre todo, falsa. Es un patrón que se repite cada ciertos años: la mujer condenada por el asesinato de Selena Quintanilla busca, desde su celda de por vida, un momento más en el centro de una atención que perdió para siempre.
Este artículo no pretende repetir sus afirmaciones. Su objetivo es exactamente el contrario: desmantelar el mecanismo del sensacionalismo y recordar por qué nada de lo que diga Saldívar puede, ni debe, empañar la memoria de la Reina del Tex-Mex.
Los Hechos, Solo los Hechos: Un Crimen Indiscutible
El 31 de marzo de 1995, en un motel de Corpus Christi, Texas, Selena Quintanilla-Pérez, de 23 años, murió desangrada tras recibir un disparo en la espalda. El arma fue empuñada por Yolanda Saldívar, la presidenta de su club de fans y, en ese momento, una empleada bajo investigación por desvío de fondos. Saldívar huyó, mantuvo a la policía a raya durante horas y finalmente fue arrestada.
El juicio, transmitido nacionalmente, fue claro y contundente. La defensa intentó sin éxito argumentar que el arma se disparó accidentalmente durante un forcejeo suicida. El veredicto del jurado fue unánime: culpable de asesinato en primer grado. La sentencia: cadena perpetua, con posibilidad de libertad condicional en 2025. Desde entonces, cada solicitud de libertad ha sido denegada.
La Estrategia de la Sombra: Manipulación Desde la Prisión
Psicólogos forenses y expertos en perfiles criminales han analizado el comportamiento de Saldívar. Sus declaraciones esporádicas —ya sea a través de entrevistas secretas, cartas filtradas o, como en este caso, titulares vagos— siguen un patrón reconocible de manipulación post-convicción.
-
Inversión de la Víctima y el Victimario: Es una táctica común. El agresor intenta presentarse como la verdadera víctima de las circunstancias, de la persona a la que dañó o de un sistema injusto. Al insinuar que "Selena no era…", busca sembrar una duda irracional sobre el carácter de la víctima, como si algo justificara el acto final.
-
Búsqueda de Relevancia y Control: Al estar condenada a la invisibilidad social, generar un ciclo de noticias le devuelve, momentáneamente, una sensación de control y protagonismo. Su nombre vuelve a asociarse al de Selena, el único vínculo que le queda con el mundo exterior.
-
Ataque al Legado: El objetivo último, aunque inalcanzable, es fracturar la imagen pura y luminosa de Selena. Es un intento de prolongar el daño, de herir desde la prisión a la familia Quintanilla y a los millones de fans que la aman.
El Silencio Elocuente de los Quintanilla y el Verdadero Legado
La familia Quintanilla ha sido categórica e inquebrantable en su postura: no dan crédito, atención ni plataforma a las declaraciones de Saldívar. Abraham Quintanilla, padre de Selena, y Suzette Quintanilla, su hermana, han dedicado casi tres décadas a proteger y cultivar el legado artístico y humano de Selena a través del Museo Selena, producciones como la serie de Netflix, y la supervisión de su música.
Ese legado es lo que realmente importa y es lo que el sensacionalismo intenta opacar: