Nuestros oídos revelan el verdadero estado de nuestra salud

 

El razonamiento es sencillo pero contundente: los lóbulos de las orejas, al igual que el corazón, tienen un flujo sanguíneo colateral limitado. Si la circulación es deficiente o las arterias se estrechan debido a la acumulación de placa, los pequeños vasos sanguíneos de la oreja pueden mostrar signos de estrés, lo que provoca cambios en el tejido o la aparición de líneas visibles.

Más allá de las señales visuales, la pérdida auditiva en sí misma a veces puede indicar problemas cardiovasculares. El oído interno depende de un suministro constante de sangre bien oxigenada. La circulación reducida —a menudo debida a hipertensión, colesterol alto o diabetes— puede causar una pérdida auditiva sutil, sobre todo en las frecuencias altas.

Si ha notado cambios graduales en la audición, zumbidos persistentes (tinnitus) o sensación de oído tapado sin infección, podría ser conveniente que se revise la presión arterial y el colesterol. Sus oídos podrían estar alertándole antes que su corazón.

Los oídos como ventana a la salud metabólica.
Tus oídos también pueden revelar mucho sobre los sistemas metabólico y endocrino de tu cuerpo: las intrincadas redes que regulan las hormonas, los niveles de azúcar y el equilibrio energético.

1. Diabetes y salud auditiva.
La diabetes afecta la circulación sanguínea y la función nerviosa, ambas cruciales para la salud auditiva. Con el tiempo, el nivel alto de azúcar en la sangre puede dañar los pequeños vasos sanguíneos que nutren la cóclea, lo que provoca pérdida auditiva neurosensorial. Las personas con diabetes tienen una mayor probabilidad estadística de experimentar dificultades auditivas, problemas de equilibrio o tinnitus persistente.

Incluso signos sutiles como sequedad o picazón en los conductos auditivos pueden indicar fluctuaciones en los niveles de azúcar en sangre, ya que la deshidratación y la alteración de la salud de la piel son efectos secundarios comunes de la diabetes.

2. Función tiroidea y síntomas en el oído.
La glándula tiroides, ubicada en el cuello, regula el metabolismo e influye en la energía, la temperatura y el crecimiento celular. Cuando está hipoactiva (hipotiroidismo), las personas suelen experimentar sensación de oído tapado, disminución de la audición o incluso tinnitus. En cambio, el hipertiroidismo (tiroides hiperactiva) puede causar zumbidos o mayor sensibilidad al sonido.

Debido a que las vías nerviosas del oído son tan sensibles a las fluctuaciones metabólicas, los desequilibrios tiroideos a menudo se manifiestan a través de cambios sutiles en la audición o el equilibrio mucho antes de que aparezcan otros síntomas.

3. Colesterol y circulación en el oído
. El colesterol alto no solo afecta al corazón. También puede restringir el flujo sanguíneo a las delicadas estructuras del oído, causando cambios auditivos temporales o zumbidos. Si experimenta pérdida auditiva repentina o tinnitus recurrente, podría ser conveniente evaluar sus niveles de lípidos. Las pequeñas arterias del oído son de las primeras en verse afectadas cuando la circulación falla.

El código de color: Lo que revela la apariencia de la oreja.
Las orejas son una de las pocas partes del cuerpo donde el flujo sanguíneo y el tono vascular son fácilmente visibles. Cambios sutiles en su color, textura o temperatura pueden revelar detalles sorprendentes sobre tu estado interno.

1. Orejas pálidas o blancas:
Si sus orejas de repente se ven pálidas o frías al tacto, podría indicar mala circulación o anemia. La disminución del recuento de glóbulos rojos limita el suministro de oxígeno, lo que provoca que las extremidades, incluidas las orejas, pierdan color. Las personas que experimentan fatiga, mareos o uñas quebradizas junto con orejas pálidas deberían considerar hacerse un chequeo para descartar una deficiencia de hierro o problemas cardiovasculares.

2. Orejas rojas o enrojecidas.
El enrojecimiento de las orejas no siempre es motivo de vergüenza. Un enrojecimiento persistente podría indicar hipertensión, desequilibrio hormonal o incluso inflamación del oído interno. En algunas personas, el enrojecimiento repentino coincide con migrañas o picos de presión arterial relacionados con el estrés.

Si el enrojecimiento va acompañado de calor, palpitaciones o hinchazón, podría indicar una infección o inflamación en el oído medio o externo.

3. Orejas azuladas o moradas.
El color azulado en las orejas puede ser una señal de alerta de problemas circulatorios o bajos niveles de oxígeno en la sangre, a menudo asociados con afecciones respiratorias o cardíacas. El frío puede causar este efecto temporalmente, pero si persiste, es importante descartar problemas cardiovasculares subyacentes.

4. Tono amarillento:
Un tono amarillento o una tez cerosa en las orejas o alrededor de ellas puede indicar disfunción hepática, acumulación de bilirrubina o ictericia. Debido a que la piel alrededor de la oreja es delgada y vascularizada, suele presentar cambios de coloración precoces.

La textura, la temperatura y la forma
de las orejas pueden ofrecer pistas adicionales.

Las orejas frías pueden indicar hipotensión o problemas circulatorios.
Las orejas calientes pueden deberse a cambios hormonales, hipertensión o inflamación sistémica.
Las orejas secas y con descamación pueden indicar deshidratación, eccema o deficiencia de nutrientes (especialmente zinc o ácidos grasos esenciales).
Las orejas excesivamente grasosas podrían indicar dermatitis seborreica o desequilibrios hormonales.
Los cambios en la forma de la oreja o la dureza del cartílago pueden ocurrir con la edad, pero en algunos casos, están relacionados con trastornos endocrinos o afecciones relacionadas con el colágeno.
Por ejemplo, ciertos desequilibrios hormonales pueden hacer que el cartílago de la oreja se vuelva más rígido o prominente. La inflamación crónica, a menudo debida a trastornos autoinmunitarios, también puede causar que la oreja se hinche, se endurezca o se deforme con el tiempo.

Dolor de oído y su verdadero significado:
Si bien el dolor de oído a menudo se descarta como un signo de infección, en realidad puede ser un síntoma de algo mucho más amplio.

1. Dolor referido.
Dado que los nervios del oído se conectan con la mandíbula, la garganta y los senos paranasales, las molestias a veces pueden ser dolor referido; es decir, el problema se encuentra en otra parte del cuerpo. Por ejemplo:

Los problemas de mandíbula o dentales (como el trastorno de la articulación temporomandibular o las infecciones dentales) a menudo irradian dolor al oído.
Las infecciones de amígdalas o garganta pueden causar fuertes dolores de oído incluso cuando el oído en sí está sano.
La tensión en el cuello o la compresión de un nervio pueden simular dolor de oído.
2. Presión en el oído interno:
Si siente presión o plenitud con frecuencia sin que haya infección, podría indicar congestión nasal, alergias o disfunción de la trompa de Eustaquio, el pequeño conducto que iguala la presión del aire detrás del tímpano. El estrés y la ansiedad crónicos también pueden desencadenar sensaciones similares, ya que alteran la respiración y la tensión muscular alrededor del oído.

3. Dolor persistente o pulsátil.
Un latido rítmico y pulsátil en el oído podría indicar inflamación vascular o problemas circulatorios. En ocasiones, puede ser un indicador temprano de afecciones como hipertensión arterial o estrechamiento arterial.

Zumbido de oídos y sensibilidad al ruido: Más allá de lo evidente.
Pocos síntomas son tan desconcertantes —o tan comunes— como el tinnitus, la sensación de zumbido o pitido sin una fuente externa. Si bien suele estar relacionado con la exposición al ruido o el envejecimiento, el tinnitus también puede revelar aspectos importantes del equilibrio interno.

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