Padre e hija desaparecidos en un viaje en velero. Una década después, su esposa descubre la verdad.

En lugar de denunciarlo, tomó una decisión en una fracción de segundo que lo cambió todo: navegó mucho más allá de la ruta planeada, dirigiéndose al este hacia el Atlántico. Afirmó que temía que quien quisiera que hubiera perdido ese dinero viniera a buscarlo, y podría matarlos para eliminar cabos sueltos. Le dijo a Emily que era una «aventura», pero en realidad estaba huyendo.

Cuanto más se alejaban, más difícil se volvía a regresar. Para cuando llegaron a las Azores, David se había convencido a sí mismo de que no había forma segura de volver. Vendió el Sea Breeze por un precio modesto, usó una fracción del dinero para empezar de nuevo bajo identidades falsas y los trasladó a Portugal continental.

Emily creció creyendo que su madre nunca lo entendería. Pero ahora, a los 22 años, había presionado a David para que le contara la verdad a Claire

Claire escuchaba en un silencio atónito. Los años de dolor, las noches interminables imaginando a su hija perdida en el mar… todo había sido innecesario y, sin embargo, David hablaba como si lo hubiera hecho para protegerla. Ella no sabía si gritar o llorar.

La policía local en Portugal, cuando ella preguntó discretamente, confirmó que David podría enfrentar cargos graves si regresaba a los EE. UU., no solo por tomar el dinero, sino por secuestrar a Emily. Según la ley estadounidense, su «protección» sería vista como un rapto. Emily, ahora adulta, podía elegir quedarse o irse, pero el riesgo legal para David era enorme.

Claire se quedó en Portugal durante dos semanas, dividida entre su furia y el abrumador alivio de abrazar a Emily de nuevo. Caminaban por la orilla, poniéndose al día sobre una década de cumpleaños perdidos y eventos de la vida. Emily admitió que a menudo había pensado en escribir antes, pero temía la reacción de su padre

Cuando llegó el momento en que Claire voló a casa, abrazó a su hija con fuerza y ​​le prometió que se mantendrían en contacto. David estaba de pie a unos metros de distancia, observando, sin acercarse, como si ya supiera que no pertenecía a ese reencuentro.

De vuelta en Massachusetts, Claire se enfrentó a una elección: denunciar a David a las autoridades o guardar su secreto para que Emily pudiera visitarla libremente. Nunca le contó a nadie toda la verdad. Oficialmente, la desaparición de David y Emily Miller sigue siendo un misterio marítimo sin resolver. Pero Claire sabe, y Emily también, que el océano no se los llevó; la decisión de David lo hizo.