Si dos personas miran la misma imagen, ¿por qué no perciben lo mismo? La respuesta está en cómo nuestro cerebro procesa la información visual.
Según el psicólogo Richard Gregory, nuestra percepción se basa tanto en lo que ven nuestros ojos como en lo que nuestra mente espera ver. En otras palabras, nuestro cerebro rellena los huecos basándose en nuestras experiencias. Gregory lo ilustra con el experimento de la máscara invertida : una máscara invertida parece abovedada porque nuestra mente reconstruye inconscientemente un rostro familiar.
En otras palabras, ver nunca es simplemente una cuestión de visión… sino de construcción mental.
Colores: ¿aliados o trampas para nuestra memoria?
Otros experimentos demuestran que los colores desempeñan un papel crucial en nuestra percepción. Los psicólogos Thomas Sanocki y Noah Sulman descubrieron que ciertas combinaciones de colores facilitan la memorización, mientras que otras alteran nuestra memoria visual.
En la práctica, los colores armoniosos y limitados (menos de dos dominantes) nos ayudan a recordar un diseño con mayor facilidad. Sin duda, por eso algunos carteles, logotipos o anuncios permanecen grabados en nuestra memoria, mientras que otros se olvidan al instante.
Tipografía: un detalle que lo cambia todo
A menudo se pasa por alto, pero la forma en que se presenta un texto también influye en nuestra percepción e incluso en nuestro estado de ánimo. Un estudio realizado por Kevin Larson y Rosalind Picard demostró que un texto bien formateado hace que la lectura sea agradable y motiva al lector a pensar y resolver problemas. Por el contrario, una tipografía mal diseñada cansa la vista y reduce la atención.
Entonces, si pierdes el foco cuando te enfrentas a un documento mal presentado… ¡el problema no eres tú, es el diseño!
Y tú, ¿tienes ojo de lince?
Las ilusiones ópticas nos recuerdan que ver también implica interpretar. Entre colores, expectativas y experiencias pasadas, nuestro cerebro construye su propia versión de la realidad.
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