¿Es malo tener las cenizas de una persona fallecida en casa?
La práctica de conservar las cenizas de un ser querido en casa es cada vez más común y a menudo se realiza como una forma de mantener vivo el recuerdo del difunto.
Sin embargo, esta decisión puede tener diferentes implicaciones dependiendo de la perspectiva religiosa o espiritual de cada persona.
En este artículo exploraremos lo que dos enfoques sobre el tema tienen que decir: el espiritualismo y el cristianismo.
Perspectiva del espiritualismo

Para el espiritismo, la muerte es una transición en la que el espíritu se separa del cuerpo físico para continuar su evolución en un plano espiritual.
Durante este proceso, el espíritu puede verse influenciado por los pensamientos y emociones de los seres queridos en la Tierra.
Desde esta perspectiva, conservar las cenizas de una persona fallecida en el hogar podría obstaculizar la paz y el progreso del espíritu, especialmente si los miembros de la familia sienten un profundo apego o no han podido aceptar el fallecimiento.
El espiritismo enseña que el apego emocional a los restos materiales, como las cenizas, puede actuar como un vínculo que mantiene al espíritu conectado al plano terrenal. Esto podría resultar incómodo para el espíritu, ya que su evolución requiere libertad y desapego de los lazos materiales. Por esta razón, algunos seguidores de esta doctrina creen que lo mejor para el bienestar del difunto es depositar las cenizas en un lugar de descanso adecuado o esparcirlas en la naturaleza, permitiendo así que el espíritu continúe su viaje sin obstáculos.
Perspectiva del cristianismo
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