Punk abofeteó al viejo veterano con tanta fuerza que su audífono voló por el estacionamiento, sin saber que 47 motociclistas lo estaban mirando desde adentro.
Estaba cargando gasolina en un Stop-N-Go de la autopista 49 cuando oí un golpe. Ese sonido característico de una mano aplaudiendo, seguido del ruido metálico de algo de plástico al golpear el pavimento.
Cuando me di vuelta, vi a Harold Wiseman, de 81 años, veterano de la Guerra de Corea, receptor de la Medalla Corazón Púrpura, arrodillado en el estacionamiento, con sangre brotando de su nariz.
El tipo que estaba parado frente a él no podía tener más de 25 años. Gorra en la espalda, tatuajes en la cara, pantalones colgando hasta el trasero, filmando todo con su teléfono mientras sus dos amigos se reían.
"Deberías haberte metido en tus asuntos, viejo", dijo el punk, acercándose a la cara de Harold. "Eso va a provocar miradas de exasperación. 'Viejo, cabeza caída por decir tonterías'. Vas a ser famoso, abuelo".
Lo que el punk no sabía era que Harold no decía ni pío. Simplemente les pidió que sacaran su coche del espacio reservado para discapacitados para poder aparcar su tanque de oxígeno más cerca de la puerta.
Punk tampoco sabía que Stop-N-Go era nuestra parada habitual para cargar combustible y que 47 miembros del Savage Riders MC estaban adentro, asistiendo a nuestra reunión mensual en la trastienda.
Soy Dennis "Tank" Morrison, de 64 años, presidente de Savage Riders. Estábamos en una sesión informativa sobre seguridad cuando oímos el alboroto.
Observé a través de la ventana cómo Harold luchaba por levantarse, con las manos temblando mientras buscaba su audífono.