Un niño de siete años, cubierto de moretones, entró en urgencias con su hermanita en brazos. Lo que dijo nos rompió el corazón a todos

Poco después de la una de la madrugada, el pequeño Theo Bennett entró en urgencias del Hospital St. Catherine's de Vermont, aferrado a su hermanita, envuelto en una manta amarilla descolorida por el tiempo.
Una ráfaga de aire helado entró tras él al abrirse las puertas automáticas, acariciando sus piececitos descalzos, enrojecidos por el frío.

Los enfermeros de recepción se quedaron paralizados por la sorpresa al ver a un niño tan pequeño solo en esas circunstancias .

Olivia Grant, la enfermera de turno, fue la primera en acercarse. Se le encogió el corazón al ver los moretones en los brazos del niño y el pequeño corte sobre la ceja. Se arrodilló y le habló con voz suave y tranquilizadora.

—Cariño, ¿estás bien? ¿Dónde están tus padres? —preguntó, escrutando su mirada ansiosa.

Los
labios de Theo temblaron.
"Yo... necesito ayuda. Por favor... mi hermana tiene hambre. Y... no podemos ir a casa", susurró con la voz quebrada.

Olivia le hizo un gesto para que se sentara. Bajo la intensa luz del hospital, las marcas en sus brazos eran claramente visibles: marcas oscuras que se transparentaban a través de su vieja sudadera. El bebé, de unos ocho meses, se movía débilmente en sus brazos, con sus manitas temblando.

—Aquí ya estás a salvo —dijo Olivia en voz baja, apartándose un mechón de pelo de la frente—. ¿Puedes decirme tu nombre?

— *Théo… y esta es Amélie*, respondió, abrazando aún más fuerte a la bebé.

Unos minutos después, el doctor Samuel Hart, el pediatra de guardia, llegó con un guardia. Théo se sobresaltaba con cada movimiento brusco y protegía a Amélie con los brazos.

—Por favor, no se la lleve —suplicó—. Llora cuando no estoy.

El doctor se agachó a su altura.
"Nadie te la va a quitar, Theo. Pero necesito saber qué pasó."