«Señor, mastique esto».
Apenas movió los labios, pero él obedeció. Se llevó el agua a la boca.
«Vamos. Quédese conmigo».
A lo lejos, las sirenas empezaron a aullar. La mano del hombre encontró la de ella, débil pero segura.
"¿Tu nombre?" se quejó.
—Siena.
Sonrió levemente.
«Recuerda ese nombre, Cole», le susurró a otro motociclista que acababa de llegar. «Dile que... ella me salvó».
Los ojos del chico más joven brillaron.
"Acabas de salvar a Hawk", dijo en voz baja.
—Sólo hice lo que cualquiera haría.
—No —respondió Cole—. La mayoría se habría ido.
—
#3. El golpe a la puerta
Sienna no durmió en toda la noche. Le quedaban un dólar y cincuenta. Al amanecer, Maya despertó muerta de hambre. Sienna compartió un plátano y unas galletas.
Entonces se escuchó un golpe.
La señora Johnson, su vecina anciana, estaba allí de pie, en bata de baño.
—Hija mía, escuché que anoche ayudaste a uno de esos motociclistas matones.
Estaba sufriendo un ataque al corazón.
—Estos hombres son criminales. Tienes un hijo que proteger.
Sienna permaneció erguida.
— Era un ser humano.
La Sra. Johnson suspiró.
«Eres demasiado amable para tu propio bien. Un día, tu amabilidad te saldrá mal».
La puerta se cerró suavemente, dejando a Sienna sola con sus dudas.
—
#4. La cita
A las 3 p. m., su teléfono vibró. Un mensaje de un número desconocido:
**Hawk quiere verte. Murphy's Diner. Por favor, ven.**
Sienna dudó. Luego se fue.
Al llegar, se quedó sin aliento. Docenas de motocicletas se alineaban en la calle. Dentro, el restaurante estaba lleno: hombres robustos, tatuados y con chalecos de cuero, todos en silencio.
A su paso, se elevaron, uno tras otro. El respeto de cien máquinas.
En un rincón, Hawk estaba sentado. Su barba era más gris, su piel pálida pero llena de vida.
—Sienna Clark —dijo, levantándose con cautela—. Siéntese, por favor.
"Te ves mejor", susurró.
“Gracias a ti. Me devolviste la vida.”
Pasó una foto por las páginas. Una niña de ojos brillantes posaba entre un Hawk más joven y su esposa.
“Mi hija, Lily”, dijo. “Leucemia. No podíamos pagar el tratamiento. Cuando por fin reunimos el dinero… era demasiado tarde.”
Sienna tragó saliva.
—Lo siento mucho.
Asintió lentamente.