Una madre de 70 años fue a casa de su hijo para pedirle dinero prestado para un tratamiento médico. Su hijo solo le dio un paquete de fideos instantáneos y la acompañó amablemente hasta la puerta. Pero cuando llegó a casa y abrió el paquete, se quedó atónita, sin poder creer lo que veía.

Priya no respondió y volvió a entrar para llamar a su esposo. Rajesh apareció poco después, bien vestido, con el teléfono en la mano.
"¿Qué haces aquí? Estoy muy ocupado", dijo.

Shanti sacó tímidamente el certificado médico de su bolso:
«Tengo un problema cardíaco. El médico dice que necesito una cirugía urgente. Solo necesito un poco de dinero, y cuando tu hermano menor venda el arroz a la provincia, te lo devolveré...».

Rajesh frunció el ceño y suspiró:
"Mamá, ahora mismo no tengo capital para mi negocio. No tengo mucho dinero. Tienes que irte a casa. Lo revisaré más tarde".

Shanti permaneció en silencio, con los ojos enrojecidos:
"Solo necesito una pequeña cantidad, lo justo para pagar el hospital. ¿Puedes ayudarme esta vez?"

Rajesh miró a Priya y tomó una decisión rápida:
"Está bien, llévate este paquete de fideos instantáneos a casa. Cómelos. Estoy en una situación difícil; te enviaré algo de dinero en unos días".

Sacó un paquete de fideos del maletero del coche, se lo dio a su madre y la acompañó con cuidado hasta la salida:
"Deberías irte rápido. Está empezando a llover".

Shanti bajó la cabeza, apretando el paquete de fideos contra el pecho, intentando ocultar las lágrimas. La puerta se cerró tras ella, dejándola sola bajo la lluvia, ahora más intensa.

De camino a casa, no culpó a su hijo. Pensó: «Debe estar bajo mucha presión. Al menos tuvo la amabilidad de darme unos fideos».

Al llegar a su pequeña y destartalada casa, empapada y hambrienta, decidió preparar los fideos. Pero al abrir el paquete, se quedó paralizada: dentro, junto a los fideos, había un sobre cerrado.

Con manos temblorosas, la abrió. Dentro había 30.000 pesos en efectivo y una nota escrita a toda prisa:

Mamá, perdóname por mentirte. No quería que Priya lo supiera. Tenía miedo de que me acusara de favoritismo. Te envío este dinero para que puedas operarte de inmediato. Te quiero mucho, pero no tuve el valor de decírtelo en persona. Por favor, perdona a este hijo que no ha estado a la altura de tus expectativas.

Las lágrimas de Shanti comenzaron a fluir libremente, empapando el papel. Todas sus preocupaciones se desvanecieron. Comprendió que su hijo aún la amaba, pero que las presiones de la vida y del hogar lo habían vuelto distante.

Al día siguiente, llevó el dinero al hospital de la ciudad y se sometió a la operación. Por suerte, todo salió bien.

Al despertar, lo primero que vio fue a Rajesh, sentado a su lado, con los ojos enrojecidos:
—Mamá, perdóname... Tenía miedo de lo que diría Priya, por eso lo hice. Lo lamento mucho...