El agente terminó el vídeo y se volvió hacia los hermanos. “¿Tienen algo que decir?”
Ethan tartamudeó: “¡Estábamos… buscábamos papeles!”
“¿Papeles en un joyero?”, replicó el agente con desprecio.
Mark se tapó la cara con las manos. “No debería haber pasado así”.
“No”, dijo Kira con frialdad. “Sí, debería haber pasado. Me traicionaron a mí y a la memoria de su padre”. »
Los hermanos fueron arrestados en el acto, acusados de robo y de falsa acusación. Me senté junto a Kira, atónita por la rapidez con la que se habían desarrollado los acontecimientos.
“Lo siento mucho, querida”, dijo, apretándome la mano. “Siempre han sido así, tomando y nunca dando nada a cambio”. Samuel me lo advirtió, pero no quería creerle.
“¿Qué les pasará?”, pregunté.
“El tribunal decidirá”, respondió el agente. “Pero sus acusaciones contra ti solo empeorarán su caso”.
Podía irme, pero la experiencia me dejó un sabor amargo. Esa noche, acompañé a Kira a casa y ella me contó más detalles sobre su familia.
“Samuel los quería mucho cuando eran pequeños”, dijo. “Pero con el tiempo, cambiaron”. Se han vuelto codiciosos, siempre exigen dinero y nunca dan nada a cambio.
“¿Por qué no los alejaste antes?”, pregunté con dulzura.
Suspiró. “El amor de una madre es complejo. Incluso cuando te hacen daño, aún esperas que cambien”.
En las semanas siguientes, visité a Kira con más frecuencia de la que esperaba. Nuestro vínculo, nacido en circunstancias inesperadas, se fortalecía con cada visita. Su hogar, antes lleno de tensión, se convirtió en un remanso de paz.
“Nunca pensé que encontraría tanta serenidad aquí”, dijo una tarde, tomando té junto a la ventana del salón. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas de encaje y dibujaba dibujos en el suelo de madera.
“Es diferente”, reconocí, dejando mi taza. “Pero te lo mereces, después de todo lo que has pasado.” »
Sonrió con nostalgia, acariciando el borde de la taza con los dedos. “La paz no llega fácilmente, ¿sabes? Samuel y yo luchamos mucho para construir esta vida, solo para verla amenazada por quienes criamos.”
Sus palabras quedaron suspendidas en el aire, cargadas de emoción. Con el paso de las semanas, Kira me había contado más sobre su marido: un hombre de rigor e integridad inquebrantables, cada vez más desilusionado con sus hijos.